El 13 de enero se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, enfermedad que afecta a más del 4 % de la población mundial (5-6% población española).
En vista de su crecimiento exponencial en los últimos años, queremos visibilizarla y poner en vuestro conocimiento de qué trata, cómo nos afecta y cómo podemos combatirla.
La Depresión, es un trastorno mental caracterizado por sentimientos persistentes de tristeza, desesperanza, pérdida de interés en las actividades y una baja autoestima. Puede manifestarse también a través de síntomas físicos, como fatiga, dolor o dificultad para dormir.
Socialmente alrededor de esta enfermedad, se han instalado una serie de mitos, que han dificultado su compresión y tratamiento. Algunos de estos son:
- Mito 1. La depresión es una debilidad personal.
En realidad… las personas que la sufren no son débiles, sino se encuentra inmersos en una condición médica que requiere tratamiento, como cualquier otra enfermedad.
- Mito 2. La depresión es solo tristeza extrema.
En realidad… es mucho más compleja, es cierto que la tristeza es uno de sus principales síntomas, pero ésta engloba muchos otros, como son: cambios en el apetito, sueño, dificultad para concentrarse, pensamientos suicidas…
- Mito 3. La depresión es un momento del cual “se puede salir” si de verdad la persona lo intenta.
En realidad… la depresión es un trastorno complejo, que requiere de un tratamiento profesional, no es algo que dependa solo de la fuerza de voluntad.
- Mito 4. Los hombres no sufren depresión.
En realidad… La depresión no entiende de género. A veces los hombres tienden a esconder la depresión a su entorno más próximo. Sintomatológicamente la irritabilidad, agresividad o el consumo de alcohol, puede estar asociado a la depresión, pero estos no suelen asociarse y pueden sufrir un enmascaramiento.
- Mito 5. Solo problemas graves pueden desencadenar en depresión.
En realidad… no solo factores como el estrés o alguna pérdida (eventos traumáticos) desencadenan en depresión, también hay causas biológicas, genéticas y químicas.
Además de lo comentado, la discapacidad física y la depresión son dos condiciones que, aunque pueden afectar a una persona de manera independiente, a menudo se interrelacionan y se agravan mutuamente debido, por ejemplo, a:
- Impacto psicológico de una discapacidad física. Ya sea adquirida o congénita, lleva asociada un impacto emocional. La limitación de movilidad, necesidad de asistencia y la pérdida de autonomía, pueden generar sentimientos de tristeza frustración, aislamiento y falta de control sobre la vida. Por ejemplo:
- Pérdida de identidad y roles. Esta pérdida puede llevar a la sensación de inutilidad o incapacidad y una crisis de identidad.
- Dificultad de adaptación. Puede generar angustia y ansiedad ante la nueva situación.
- Aislamiento social. Es una de las consecuencias más comunes, debido a las dificultades móviles de una persona, reduciendo las oportunidades de interactuar socialmente, que puede desembocarse en una disminución de apoyo social. Por ejemplo:
- Exclusión social: Falta de accesibilidad en el entorno (físico o social), refuerzan el aislamiento.
- Estigma: Las personas con discapacidad se enfrentan a la estigmatización o discriminación, afectando a su autoestima y contribuyendo a síntomas depresivos.
- Factores biológicos y médicos:
- Dolor crónico: Acompaña a numerosas discapacidades físicas, afectando a su calidad de vida, generando desgana y desesperación.
- Restricciones en la participación laboral y educativa: A menudo, las personas con discapacidad se enfrentan a barreras para acceder al empleo o la educación, lo que puede llevar a una pérdida de independencia económica o a baja autoestima profesional.
Ambas se refuerzan mutuamente, la depresión agrava la percepción de discapacidad y la discapacidad física empeora los síntomas de la depresión, pudiendo llevar a extremos como la ideación suicida.
Por tanto, para combatirla es importante enfoque integral y multidisciplinario, que aborde tanto las dimensiones físicas como las emocionales de la discapacidad, para promover el bienestar general de la persona y prevenir o tratar la depresión. Podemos llevarlos acabarlo a través de:
- Promoción de la autonomía: Es un punto crucial y podemos llevarlo a cabo a través de programas de rehabilitación, empleo adaptado y apoyo emocional.
- Tratamiento médico y físico: Uso de terapias físicas, rehabilitación y adaptaciones que mejoren la movilidad y autonomía.
- Apoyo emocional y psicológico: Ayuda de profesionales para desarrollar estrategias para afrontar dificultades emocionales.
- Red de apoyo social: Fundamental mantener vínculos sociales y familiares, además de involucrarse en grupos de apoyo donde compartir experiencias y promover la inclusión.
- Educación y sensibilización: La educación sobre discapacidad y depresión puede ayudar a reducir el estigma y promover una mejor integración social.
Debido a lo que hemos mencionado en este artículo, queremos ofreceros un entorno accesible y comprensivo, promoviendo la inclusión y el bienestar.
Si estás o has estado inmerso/a en estas afecciones, no dudes en contactar con los profesionales de La Rioja Sin Barreras, que pueden apoyarte.