Cada tercer domingo de mayo, desde el año 1836, tiene lugar en Sorzano tal y como ahora la conocemos, la ‘Procesión de las Doncellas’, una de las manifestaciones populares más atractivas de la primavera en La Rioja.
La procesión se inicia al toque de las campanas de la iglesia de San Martín, desde donde las ‘doncellas’, vestidas de blanco y portando adornados ramos de acebo, parten en dirección a la ermita de la Virgen del Roble. Las jóvenes se acompañan de una comitiva presidida por los pendones del municipio, los Santos y los danzadores de la localidad, que ascienden hasta la ermita al son de la gaita y el tamboril.
Al llegar hasta allí, se celebra en la explanada anexa, una misa al aire libre en la que las protagonistas de esta fiesta son quienes enmarcan el altar.
Además del paisaje visual y sonoro que caracterizan la fiesta, el escenario en el que ésta transcurre permite disfrutar desde lo alto, de los bosques de Moncalvillo, del mosaico de cultivos que conforma la vega del Iregua y del valle del Ebro, encontrando referentes geográficos más o menos cercanos como Peña Bajenza, Monte Laturce, San Tirso, el León Dormido, la sierra de Codés, Montejurra e incluso, en los días más claros, los Pirineos.
El origen de la fiesta
Esta fiesta se remonta al menos hasta el año 1.398 en la que se encuentra documentado el derecho de Sorzano de acudir en procesión a la ermita de Nuestra Señora de La Hermedaña, en cumplimiento de un antiguo voto.
La ermita, de la que hoy sólo se conservan algunas ruinas, se ubicaba en mitad del monte, rodeada de robles y acebos, y era el punto de encuentro no sólo de Sorzano, si no de todos los pueblos de la comarca que hasta allí peregrinaban, inicialmente de manera colectiva y luego de forma individual, una vez al año.
El día de la fiesta, tras la celebración de la misa y de una comida popular de corte caritativo, las jóvenes de Sorzano descendían en procesión hasta el pueblo portando ramos de acebo o ‘ruecas’ como se las citaba entonces.